¡Madre y Señora nuestra, Virgen querida de Montserrat!
a tus pies venimos este día con afecto y veneración
a ofrecerte nuestra vida, nuestro amor y alabanzas,
pues a los pies de la Cruz aceptaste ser nuestra Madre
y desde aquella hora eres Madre de todos los hombres,
refugio de los pecadores y poderosa medianera nuestra;
a tus pies llegamos esperanzados a pedirte compasión,
a solicitar tu muy poderoso auxilio en nuestros problemas.