Oh san José bendito, glorioso santo Celestial,
tú has sido el árbol elegido por Dios
no para dar fruto, sino para dar sombra;
sombra protectora de María, tu dulce esposa,
sombra de Jesús, que te llamó Padre en la tierra
y al que con infinito afecto te entregaste del todo.
y al que con infinito afecto te entregaste del todo.
Tu vida, tejida de trabajo y de silencio,
de aceptar la Voluntad de Dios,
de aceptar la Voluntad de Dios,
nos enseña a tener confianza en Dios en todas las situaciones;
nos enseña, sobre todo, a no perder la esperanza
cuando todo nos va mal y no encontramos salida.
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nos enseña, sobre todo, a no perder la esperanza
cuando todo nos va mal y no encontramos salida.