¡Oh Corazón dulcísimo e Inmaculado de María!,
desbordante de amor a Dios y a la humanidad
y pleno de compasión por los pecadores y humildes,
no dejes de ser nuestro refugio, nuestro aliento y desahogo;
desbordante de amor a Dios y a la humanidad
y pleno de compasión por los pecadores y humildes,
no dejes de ser nuestro refugio, nuestro aliento y desahogo;
y Tu Señora mía y Reina de los Cielos y tierra,
agradable descanso de nuestras almas,
compadécete de nuestras aflicciones, de nuestras angustias,
y déjanos estar dentro de tu bendito Corazón,
y así disfrutar del suave cariño que, como Madre nuestra,
nos ofreces y das con la mayor generosidad.
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compadécete de nuestras aflicciones, de nuestras angustias,
y déjanos estar dentro de tu bendito Corazón,
y así disfrutar del suave cariño que, como Madre nuestra,
nos ofreces y das con la mayor generosidad.
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