Oh Gloriosos
apóstoles san Pedro y san Pablo,
infundidos con la
más pura llama de amor
a Dios y a los
hermanos;
grandes testigos
de Jesucristo,
elegidos como
máximos pastores de la iglesia
e instrumentos de
la salvación,
que merecisteis la
enorme dicha
de vivir
en persona la Palabra Evangélica
y ahora gozáis de
la gloria eterna en el Cielo:
os suplico pidáis
por mí a Jesús y María.
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