¡Oh santo justo y protector!
¡bendito San Marcos de León!,
tú que evitaste la desgracia del dragón,
tú que a pesar de tus propias flaquezas
y confiando en la gracia y fortaleza del Señor,
con humildad y firmeza sometiste fieras y enemigos,
te ruego confiadamente y con gran fe:
amansa los corazones,
los malos sentimientos y los malos pensamientos
de todo aquel que contra mí esté,
de todo aquel que mi mal y ruina quiera, piense o desee.
tú que evitaste la desgracia del dragón,
tú que a pesar de tus propias flaquezas
y confiando en la gracia y fortaleza del Señor,
con humildad y firmeza sometiste fieras y enemigos,
te ruego confiadamente y con gran fe:
amansa los corazones,
los malos sentimientos y los malos pensamientos
de todo aquel que contra mí esté,
de todo aquel que mi mal y ruina quiera, piense o desee.